Tuesday, June 13, 2006


A la venida de la oscuridad se oculta el sol, que en su más sublime momento, le cubre el rostro a la luz, una nube negra que se esparce y sin pretexto alguno da comienzo a la tempestad. En las ciudades esclarecen las calles, que como gatos se ocultan a la más mínima gota las personas. Es entonces, cuando cae la primera lágrima del cielo que sin trizteza alguna devuelve la vida a quienes habían esperado su regreso. Es el llanto dulce de la naturaleza misma, que en perfectas gotas de vida hace correr a los desprevenidos y profundiza la fé de los que añoran su magnífico espectáculo. Pasan las horas y el llanto es leve, más perenne en su abatida lucha para devolver a quienes crecen sobre el suelo el color de la ezperanza y se despide así al caer la tierna noche con la sonrisa de quien a casa llega; La eterna Lluvia que por la primavera a dado flores a mi jardín, está de vuelta a mi vida y viste mojada la bienvenida de un nuevo amanecer, un largo día que apenas comienza...